Es posible yuxtaponer dos secuencias que no se relacionan en lo absoluto para dar origen a una nueva percepción y un nuevo algo que crea el sentido de relación entre esas secuencias que en un principio no tenían ningún enlace.
Es este un nuevo concepto aprendido en el lenguaje audiovisual. Pero es de meticuloso cuidado tratar el tema para que se creen productos de calidad. Es por esto que no me voy a aventurar a dar conceptos, argumentos y opiniones propias sino más bien me apego a Eisenstein en el documento montaje 1938.
“Secuencias no relacionadas, al yuxtaponerse por voluntad del montador, dan origen a un “tercer algo” y así se relacionan” (Eisenstein). El autor estuvo cautivado por las combinaciones no típicas que eran posibles en condiciones de estructuración y composición cinematográfica normal.
Eisenstein afirma: “tenemos que abordar el factor básico que determina en igual grado tanto el contenido “dentro del encuadre” como la yuxtaposición compositiva de aquellas unidades de contenido individuales: es decir, al contenido del todo que es común a todas esas unidades, al elemento que las unifica”.
El sentido que se le da al contexto de esa lluvia de secuencias es subjetivo y varia según la realidad de cada espectador, para el uno no es lo mismo que para el otro; lo importante no es unificar interpretaciones, sino que se hagan en la mente del espectador diferentes puntos de vista.
“Mas bien hemos de prestar mayor atención a la naturaleza del propio principio unificador: ese mismo principio que en cada película genera en igual medida tanto el contenido de cada encuadre como el contenido que se revela mediante la yuxtaposición de esos encuadres”.
ERA Y SIGUE SIENDO CORRECTO QUE LA YUXTAPOSICIÓN DE DOS SECUENCIAS DE MONTAJE NO SE ASEMEJAN A SU SUMA SINO A SU PRODUCTO. SE ASEMEJA AL PRODUCTO EN QUE EL RESULTADO DE LA YUXTAPOSICIÓN SIEMPRE ES DIFERENTE CUALITATIVAMENTE DE CADA ELEMENTO CONSTITUYENTE POR SEPARADO.
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